lunes, 27 de junio de 2011

Entre tanto ajetreo...



Estamos en plena temporada de exámenes por aquí. Esto parece que no se va a acabar nunca. El calor es asfixiante y derrite los sesos, con lo que los pocos conocimientos que hay se mezclan con mis neuronas . Algo así como cuando se derrite un helado.

Es horrible. Cierto que , viéndolo desde lejos, una no se puede quejar de la vida que lleva. Tengo todo lo necesario y vivo a cuerpo de ¨reina¨ ... Pero esta época es una pesadilla , con tantos exámenes, tan poco tiempo y con un incipiente acné fruto del estrés.

Más o menos se sobrelleva. ¿Cómo? Con grandes dosis de caféina y una buena peli para despejar la mente. La última que vi fue ¨Rosemary´s baby¨, aunque ya la he visto unas cuantas de veces... Pero ello no es óbice para que cada vez que paso frente al televisor, si coincide que la están echando, me agarre un buen paquete de palomitas, decenas de chocolatinas, chucherías ,una coca-cola light (hay que cuidarse, ¡hombre!) y me plante frente al tele.

La película, en mi opinión, merece una buena crítica. Preguntando a gente de mi alrededor, consideran que el final es malísimo (pésimo dicen algunos). No lo considero así. Tal vez, visto desde la óptica de hoy día, nos quedemos con ganas de pasar más miedo. Puede uno quedarse con la sensación de que se espera algo que no acaba de llegar. Y efectivamente no llega. Pero para mí eso es una buena película. O al menos una idea original . Salirse del patrón, de la idea preconcebida que todos tenemos de una película de miedo para hacer llegar otro mensaje. Aunque a simple vista pueda parecer un final decepcionante para muchos, ese ¨salirse del camino¨ es lo que consigue que la película siga siendo recordada. Que no sea una más del montón. De lo contrario, si el final es terrorífico, como todos imaginábamos desde el principio, calcado a imagen y semejanza de lo que nuestra mente maquinaba... ¿Para qué verla? ¿Qué sorpresa nos aguarda? Mucho mejor así.


Además, qué mensaje más cierto el que contiene al final. No hay nada como el amor de una madre. Éste es el único que siempre va a perdurar, por muy horrible que sean los actos del hijo.